La existencia universal conspiro con mi destino para llevarme aquel día a su espacio sideral, en esa infinita inmensidad celeste, surgí como un relente de plateadisímo color.
Impregnada de destellos, brote como una estrella mas, infinitamente pequeña ante la sublimidad de aquellas otras que conforman la galaxia, de ese indefinido universo impactante.
Pero yo, el lucero pensante, lógico y racional confundió su existencia entre la realidad de la tierra y la maravilla espacial, rodeada de luceros sin razonamiento alguno, me imagine en aquel pasaje del Principito; al visitar su sexto planeta, se encontró con el contador de estrellas y rechace ese triste y tormentoso destino.
Después de brillar muchas noches, en constante meditación, solitaria entre miles de millones de celestes luces, comprendí que mi mundo era el de la tierra, y que para estrella no necesariamente la noche la hace brillar ante el mundo.
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