sábado, 13 de septiembre de 2014

Jugarretas del destino

Eran aproximadamente las tres de la tarde cuando aquel barco zarpo, llevaba un destino para mi desconocido ya que ni eso me interese en averiguar, en el, iba la mujer que desde entonces me adoro hasta más allá de su propia vida, así lo sentía, lo percibía, lo concebía, un amor desmesurado que realmente no merecía en absoluto, ya que en ningún instante de nuestras relaciones fui capaz de corresponder ni a la milésima parte a su desmedido amor.

La propuesta que le plante era que ella partiera a tierras lejana, luego yo la encontrarla después de solucionar unos asuntos relacionados con mis negocios y dado el riesgo de estos negocios, era menester que ella estuviera lejos, oculta.
Pero, en realidad quería alejarla de mi vida, no saber de ella por siempre, algo maligno asalto algún tiempo mi conducta, que la rechazaba pero no sinceraba mi actitud y siempre la tenía, fue así que idee esa jugarreta para alejarla de mi.

El barco iba alejándose y con ello su tristeza y me felicidad, yo sonreía desde adentro y ella lloraba en la parte delantera del barco desde donde nos despedíamos, yo en tierra y ella en mar, así vi alejarse el barco hasta el infinito. Luego que la poniente del sol comenzó a ocultarse, me fui, saque las llaves del carro y lo conduje por una vía que me impulse a tomar, para disfrutar de nuevos caminos.

Busque oír música y salio aquella canción que era casual en ese momento; "La Vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida"... sonaba, la cantaba y reía, cuando de imprevisto de una vía de retorno que no advertí, salia a una velocidad de más de 120 un gran camión de carga pesada, apenas lo vi, no pude esquivar ni acelerar para protegerme del choque, mi carro salio disparado en todo el sentido de la palabra, no supe de mi, ahora entiendo que no estoy en este paisaje, ahora entiendo que salí de planeta tierra a formar parte de los que existieron.

Ella, cuando se entero, al mes cansada de no recibir información sobre mi, acudió a las oficinas de registro de personas y desaparecidos, conociendo en una de ellas mi fatal desenlace, lloro, sufrió, pero luego de unos años supero mi inexistencia y por designios del destino heredo todos mis bienes y fortunas.
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